Hegel y Calomarde


“La triste paradoja de Calomarde es que luchó toda su vida por el triunfo de una España que lo detestaba y que no lo quiso a su lado, después de haber sido un actor principal en su levantamiento y emergencia. Murió en el exilio, en Toulouse, repudiado por los que creía suyos y por los otros, y tan pobre como cuando nació en Villel.
Su repudio no importa, porque no borra el hecho de que los orígenes del carlismo estuvieron protagonizados por personas como él. Hay un determinismo histórico, que viene de Hegel y de la filosofía idealista, que cree que las fuerzas de la historia son tan poderosas que se manifiestan y desarrollan al margen de las personas que accidentalmente las sufren y viven. La creencia de que los grandes hechos históricos son inevitables y habrían sucedido del mismo modo con independencia de las vidas y decisiones de sus protagonistas sólo se sostiene desde la fe, pues hay dirigentes que escogen la guerra o el acuerdo, guillotinar al rey o concederle la gracia, apretar el gatillo o evitar que otros lo aprieten. Hay incitadores y apaciguadores. Hay intransigentes y permeables. Al final, los edictos, los tratados y las órdenes estratégicas de los ejércitos las redactan y las firman hombres y mujeres con todos esos atributos. A posteriori, la historia se lee como una sucesión diáfana de causas y consecuencias, pero a menudo olvidamos que ese sentido es una construcción, una mirada. Tiene sentido porque somos animales narrativos que necesitamos interpretar nuestro mundo en forma de relato. Por eso, los personajes parecen títeres de un narrador omnisciente que los sitúa como víctimas de un fatum. En cierto modo, es una idea consoladora que tiene mucho de sustrato religioso. El azar y lo imprevisible son cuestiones sobre las que difícilmente se puede fundar una ciencia o una narrativa, y la historia quiere ser ambas cosas a la vez. Por eso, los personajes como Calomarde pasan inadvertidos. Apenas son mencionados en una nota marginal y erudita.”

Sergio del Molino
La España vacía. Viaje por un país que nunca fue. Editorial Turner. Madrid, 2016 .

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