Pienso en ese tema


¿Por qué será tan atractivo —pensaba yo el otro día— y al mismo tiempo como tan tedioso ese tema del escritor que escribe porque no sabe hacer otra cosa, o el del que escribe porque si no lo hace tiene la molesta sensación de que pierde o malgasta o desperdicia su tiempo, o el del escritor que escribe porque con admirable convicción no duda en comparar la necesidad que tiene de escribir con la necesidad que tiene, por ejemplo, de respirar, o el del que afirma que escribe para entenderse a sí mismo, encontrar sentido al sinsentido, explicar lo inexplicable, narrar lo inenarrable y, en fin, para entender el mundo e incluso para cambiarlo, o el del que no escogió escribir, pues fue la literatura quien lo escogió a él, o el del escritor que escribe porque cree en la perdurabilidad de la palabra escrita y (todavía más sorprendente) en la suya propia, o el del que escribe para luego poder hacer lo que en verdad le gusta, esto es, para corregir, o el del escritor que, cuando habla, no acaba de explicarse bien, y por eso escribe, o el del que supone que unas veces escribe por una razón y otras por otra pero en realidad no tiene ni la menor idea de por qué lo hace y ni quiere ni necesita saberlo?

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