Ovejas descarriadas

Existió hace muchos años una oveja descarriada que, víctima de un profundo e inquebrantable espíritu independiente, se declaró apátrida y quiso desertar, determinación por la que fue inmediatamente arrestada y, tras un juicio sumarísimo, condenada a morir ahorcada en el centro de la Plaza Mayor.

Pero no tardaron en declararse igualmente apátridas otras muchas ovejas que, solidarizándose con ella, también decidieron desertar. Las autoridades del rebaño, viendo que eran muchas las ovejas desertoras y que ni había celdas suficientes para todas ellas y ni era de recibo acabar con tantas vidas, decidieron indultar a la oveja descarriada y a todas las demás. De más está decir que fueron fulminantemente desterradas del rebaño.

Con tiempo y tesón pudieron todas ellas conformar en otro lugar un rebaño rigurosamente apátrida en el que la oveja descarriada pudo disfrutar hasta el fin de sus días de una vida razonablemente feliz.  

Mucho tiempo después, cuando ya nadie o casi nadie se acordaba de ella, una de las ovejas del rebaño apátrida, víctima también de un sólido temperamento independiente, quiso desertar, osada y valiente decisión por la que fue inmediatamente arrestada y, tras un juicio sumarísimo, condenada a morir ahorcada en el centro de la Plaza Mayor.

3 comentarios:

  1. Interesante fábula moral. Voy a seguir explorando.

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  2. Gracias por el comentario. Debería ser más simple (universal), pero de momento ya la doy por buena.

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  3. Interesante aplicación de la idea del ¨Eterno retorno¨ a la emoción nacionalista que el humano lleva dentro. La lectura del cuento me ha incomodado interiormente. Perfecto!

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